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viernes, 17 de agosto de 2007

Una segunda Oportunidad 1

Eran las dos de la mañana y el sonido del reloj hacía eco en la oscura habitación de Alejandra. No intentaba conciliar el sueño en realidad. No podía aunque lo intentara pues ya se había acostumbrado a pasar las noche llorando o recordando hasta altas horas los momentos que había pasado al lado de él. Hacía unos días incluso había tenido un sueño donde él llamaba por teléfono. En el sueño ella lloraba pero estaba feliz de escucharlo, muy feliz de saber que todo estaba perdonado y que juntos iban a cumplir su sueño de ir a Japón.

Sin embargo despertaba y veía la cruel realidad. Había pasado casi un año desde que habían cortado y sus últimas palabras fueron "no me busques más". Fueron palabras que le dolieron profundamente y cuya herida no había cicatrizado todavía. Ella aún lo amaba pero había comenzado a acostumbrarse a una vida aburrida, convenciendose a si misma de que todo eso del japonés, el manga, el dibujo, incluso la música japonesa y los videojuegos eran solo fantasias de niños y que era hora de madurar y poner los pies sobre la tierra.

Mientras enjugaba las últimas lágrimas antes de decidirse a cerrar los ojos y pretender dormir, veía lo mucho que había cambiado su habitación en todo este tiempo. Las paredes que antes estaban tapizadas de mantas y posters con diseños de anime y de sus cantantes de J pop favoritos ahora estaban lisas y sin ningún adorno más que el color purpura de la pintura. El closet que antes estaba repleto de peluches de sus animes favoritos ahora estaba casi vacío y permanecía la mayor parte del tiempo cerrado. La mesa en donde estaba la tele ya no tenía el Playstation 2 ni las cajas de videojuegos regadas por doquier pues pensó que lo mejor era deshacerse de todo de una vez.

Que vacía y triste estaba su habitación. Pero se decía a sí misma que ese era el reflejo de lo que ella era ahora. En eso se había convertido ella también, en una chica vacía y triste sin ánimos de lucir bien ni aparentar ser alegre pues no había nada que la hiciera sentir de tal forma.

Y fue entonces, cuando veía con resignación que una noche más terminaba con ella tendida en su cama, con lágrimas inútiles que añoraban fantasías imposibles de hacerse realidad cuando sonó el teléfono. El timbre no era particularmente fuerte pero logró asustarla. Cuando sonó por primera vez pensó que era solo su imaginación que la hacía escuchar cosas pero cuando siguió sonando comprobó que no era así.

Salió de la cama deprisa para contestar el teléfono mientras se aclaraba la garganta. "¿quien podrá ser?" -se preguntaba.

-- ¿Bueno? - Dijo ella
-- ¿Ale? Perdón que llame a estas horas, supongo que te desperté.

No fue necesario preguntar quien era pues había escuchado esa voz cientos de veces. La última fue precisamente en aquel sueño tan irónicamente parecido a lo que estaba sucediendo ahora. Contuvo la respiración pero las piernas le temblaban, trató de poner en orden sus ideas pero un remolino de emociones impedían que una sola palabra saliera de sus labios. Cambió de mano para sostener el auricular mientras con la otra apretaba con fuerza la manga de su pijama y finalmente con voz entrecortada contestó

-- ¿Daniel...? C-como es posible? ¿De verdad eres tú...?
-- Así es Ale, soy yo, perdona que te haya despertado...
-- No. No, no, no.. para nada, no me despertaste, estaba...-decía Ale mientras veía la mesa con la televisión apagada- estaba jugando.. jugando play antes de irme a la cama.
-- Ah..! ya veo. Oye, sé que hay cosas que tenemos que aclarar después de todo lo que pasó pero...bueno, seré directo: ¿quieres ir a Japón, ahora?
-- ¡¿Japón?! de que estas hablando? ¡Son las dos de la mañana! No bromees con eso, sabes que ese ha sido mi sueño desde que te conocí.
-- Lo sé, y el mío también ¿recuerdas?. Lo que pasa es que tengo un gran proyecto aquí y necesito hacer primero unas cosas allá, así que pensé que tal vez te gustaría acompañarme.
-- Daniel.. -dijo ella y se quedó callada unos instantes sin saber como continuar la frase- ¡Me dejaste!, Me cortaste y me exigiste que no te buscara más. Acabaste con todo mi mundo y en todo este año no he hecho más que llorar y pensar en ti, tratando de borrar inútilmente tus besos y tus palabras al oído y renunciando a todo lo que pudiera recordarme las cosas que hacíamos juntos. Mi vida se volvió un infierno y todo por ti. ¡¿Acaso pensabas que simplemente iba a decirte que "si" y todo iba a seguir como antes?! ¿No te das cuenta de lo importante que fuiste en mi vida y que tu decisión hizo que renunciara a todos mis sueños, incluyendo ir a Japón?-- Pues déjame decirte una cosa -gritaba ella ahora sin poder contener las lágrimas de coraje- ¡No estoy a tu disposición y no necesito que me tengas ninguna lástima! Si tienes cosas que hacer en Japón pues ve y hazlas, a mi no me interesa y por favor no vuelvas a hablar.. y mucho menos a estas horas.

El sonido que produjo el auricular al colgarlo de un golpe hizo que Daniel, sentado en una mesa dentro del aeropuerto, entendiera que esas eran las últimas palabras que escucharía de ella. No imaginó una reacción así, o quizás era de esperarse, pero dentro de sí mismo aún conservaba la esperanza de que pudieran platicar un poco o probablemente, si la situación se prestaba a ello, arrancarle una risa como lo había hecho cientos de veces cuando aún eran novios.

Ahora estaba decidido. Su viaje a Japón y todos sus planes iban a sufrir cambios severos sin ella. Lo entendía pero no lo aceptaba y esa impotencia lo hacía sentir triste y solitario de nuevo. Como hubiera deseado volver el tiempo atrás para escoger mejor sus palabras o talvez para regresar al día en que habían terminado para pensarlo dos veces antes de hacer lo que hizo. O lo que no hizo. Daba igual ahora.

Su rostro miraba hacia la nada mientras pensaba en lo que iba a hacer ahora. Tomó sus maletas para ir a registrarlas en el mostrador de la aerolínea. Agachaba la mirada como cuando era niño y no quería que la gente a su alrededor lo viera llorar. De alguna forma era un niño todavía. Caminaba entre la multitud con paso firme y resignado a hacer lo que tenia que hacer cuando sonó su celular. Al ver quien llamaba no pudo más que soltar la maleta y cayó de rodillas. Los pasajeros que se arremolinaban alrededor lo veían desconcertados pero él tenía en el rostro la sonrisa que caracteriza a alguien a quien se le concede su más grande deseo.

-- ¿En donde nos vemos? -dijo Ale al otro lado de la línea y fue entonces que Daniel se dio cuenta de que no todo estaba perdido.

1 comentarios:

Lalalalagartilapices dijo...

Wiiii!!!!!
Poder perrunooooooo!!!! ¬¬U